viernes, 11 de septiembre de 2009

Saeteado de amor por la patria en La Flecha de Torío


La ribera del Torío es un lugar agradable y hermoso. Profusamente poblada de vegetación y de tradicionales cercados de setos que en el idioma local llaman "sebes". Es aquí donde un alcalde pedáneo, militante de una formación regionalista (de dudoso criterio sobre lo autóctono y sobre el propio regionalismo) ha decido dejar su huella para la posteridad. El lugar es una vereda abrazada por chopos y fresnos, junto a una casa de interesante aspecto popular en la que destaca la cantería de sus puertas y ventanas. Un lugar de belleza tradicional, serena, propia de lo maduro y aposentado. Pero eso no fue suficiente para el pedáneo.
Esto que pueden admirar en la imagen es una fuente de hormigón, con lustroso chapeado de piedra, que enternece sin remedio tras la contemplación del romántico beso adolescente que la corona y que emociona hasta lo más profundo con la imagen de dos poderosos leones. Desconozco si con su noble presencia se pretende certificar (por si alguien no se había dado cuenta) que estamos en tierras del Reino de León; si en cambio la intención es dejar establecido que el señor pedáneo que, cual Carolo III redivivo, ordenó su edificación, es más leonés y patriota que ninguno de los muchos hombres y mujeres en los últimos siglos tuvieron la idea de habitar el lugar; o finalmente, si únicamente se trata de demostrar quién la tiene mas larga. Me temo que no hay otras muchas posibilidades más.